Con 166 nuevos presos políticos en 2024 y 22 artistas condenados con más de 137 años, Cuba cierra con 1.161 prisioneros políticos un año siniestro, pero asegura que dará los beneficios penitenciarios que les viene años negando a 553 de ellos
El Gobierno de Cuba, justo antes de la finalización del informe de Prisoners Defenders , emitía ayer una escueta nota de prensa donde indicaba, con un lenguaje calculado y ambiguo, pero también con ciertos apuntes en lenguaje jurídico, que excarcelará a 553 personas, presuntamente privadas de libertad por haber participado en manifestaciones pacíficas, apuntan otras fuentes. Sin embargo, dice el comunicado, «las liberaciones se llevan a cabo sobre la base de un análisis cuidadoso a partir de las distintas modalidades que contempla la legislación«. «Estas personas«, dice la nota, «recibirán sus respectivos beneficios gradualmente«.
Hace años que Prisoners Defenders viene denunciando la violación de todos los beneficios penitenciarios a los que cualquier preso en Cuba debe tener derecho en el sistema penal cubano, y que han sido negados sistemáticamente a todos los presos políticos. Las familias de los presos del 11 de julio, y todos los presos políticos, llevan años reclamando dichos beneficios, y los tribunales cubanos han desplegado todo tipo de esperpénticos y antijurídicos argumentos para negarlos mes tras mes, año tras año.
Los presos excarcelados en estas condiciones no serían «liberados», según se entiende por el comunicado, pues mantendrían sus condenas intactas. Lo correcto sería, por tanto, hablar de excarcelaciones por subsidios de pena. Si esto se confirmara, la noticia no sería tan positiva como quiere el régimen cubano hacerla parecer. Excarcelar, en Cuba, no es liberar. En ese caso, unos obtendrían la libertad condicional, otros quizá licencias extrapenales, y otros una serie de subsidios de pena, entre los que se incluye el trabajo forzoso sin internamiento. Todas estas excarcelaciones por subsidios de pena, manteniendo las condenas, si se confirma, no sólo distan mucho de ser «liberaciones», sino que constituyen otro nivel de persecución, hostigamiento y represión domiciliar, al tener el exconvicto la amenaza permanente de la revocación a prisión. Este tipo de excarcelaciones, y hemos conocido cientos de ellas realizadas por el régimen de Cuba, generan estados de control y represión inasumibles para los excarcelados, y todos ellos, si no son sacados fuera de Cuba, sufrirán limitaciones de libertad y abusos tan desagradables y alienantes como los que ya han obtenido previamente dichos «beneficios», de los que tenemos una experiencia estadística de cientos de casos.
Estas liberaciones, resulta obvio, surgen como respuesta del régimen cubano a una incansable presión de las abnegadas familias que han sufrido esta lacra, a la sociedad civil cubana, a numerosas ONGs y a los gobiernos que realmente han presionado al régimen de Cuba durante estos años con medidas eficaces para obtener algún tipo de respuesta. La causa, tras este movimiento, radica en el enorme menoscabo de la imagen del régimen cubano causado por su política de represión sistemática y masiva de los últimos años, que ha sido desvelada al mundo gracias al esfuerzo unificado de todos los activistas y numerosos y valientes familiares de los presos.
El tiempo pondrá las cosas en su sitio, pero no conviene olvidar que, en el último trimestre, el régimen de Cuba ha encarcelado a 58 nuevos ciudadanos por manifestarse reclamando servicios básicos, sin tener activismo político en la mayoría de los casos. Es decir, en 3 meses ha encarcelado a más personas que todas las liberaciones de presos políticos logradas por el presidente Obama.
Un gobierno que prepara esta medida al mismo tiempo que comete tal magnitud de encarcelaciones de inocentes simultáneamente sigue siendo el mismo régimen de ayer, de hoy, y de siempre. Nada habrá cambiado, salvo las prebendas que obtenga el régimen por este indecente «intercambio» (indecente en lo que respecta al régimen, no a quienes con buena voluntad han procurado el mismo) y el cambio en la vida de unos cientos de familias que sí puedan ver a sus presos políticos en casa de nuevo en un futuro próximo.
En Cuba, no obstante, hay 10 millones de cubanos ahogados por la represión. Nuevas familias, por desgracia, entrarán cada mes a formar parte de las que sufren la lacra de la prisión política, las torturas y un abanico innombrable de crímenes de lesa humanidad. Esos nuevos cientos de presos políticos, y aquellos a los que el régimen negará sus beneficios penitenciarios, son los que ahora deben centrar toda la presión y la atención pública y política.
Es vital, por tanto, que no haya un cambio de la presión política hacia a Cuba hasta que no cese la represión sistemática de la población, y el régimen, al menos, deje de actuar como lo que es: la más abyecta y longeva tiranía totalitaria del hemisferio occidental.
16 presos políticos nuevos este diciembre, o 58 en el último trimestre, son sólo la punta del iceberg de la represión en Cuba, cuyo régimen ha totalizado 1.801 presos políticos presentes en sus cárceles desde el 1 de julio de 2021 hasta final del mes de diciembre pasado, en apenas 3 años y seis meses. La lista de prisioneros políticos de Cuba sumó un total de 166 nuevos presos políticos en 12 meses (14 nuevos cada mes). Un total de 1.219 prisioneros políticos han estado en la lista estos últimos 12 meses, todos ellos torturados, sin que haya reacciones públicas enérgicas de condena por parte de la Comisión Europea. 130 activistas, 22 artistas y 10 periodistas forman parte de la lista actual. 648 prisioneros sufren patologías médicas causadas y/o agravadas fruto del maltrato.